Bio de Venditti, Alberto (1927-2000)

Aspectos más importantes en la vida de Venditti, Alberto (1927-2000) Achaval Carlos - Pinturas, dibujos, carbonillas, esculturas, grabados y antigüedades

Diario los Andes Por Andrés Cáceres

Alberto Venditti fue uno de los más destacados pintores mendocinos. Su estilo, neoimpresionista y en ocasiones constructivista, postula a la belleza como la máxima aspiración del arte. Obsesionado con las fachadas de las casas 'art nouveau', edificadas mayormente en las primeras décadas del siglo XX, nos dejó un testimonio doblemente importante, por el aspecto documental y por el alto valor artístico.

Tal cosa puede apreciarse en la exposición que comentamos, donde figuran, entre otros óleos, el de una casona de Chacras de Coria y las ubicadas en Julio A. Roca 122, Mitre al 1200, Montevideo y Chile, San Lorenzo al 300 y al 500, Rivadavia y las vías, y Tucumán y Almirante Brown de Godoy Cruz. A veces, el árbol de la vereda le quita protagonismo a la vistosa fachada, en algunos casos con primer piso con ventana balcón y balaustrada, altas puertas de madera maciza o de hierro forjado y dinteles de medio punto.

Como los impresionistas, Venditti pintó las sombras azules y recurrió frecuentemente a los violetas profundos y a los rosados fuertes, pero su paleta, en general, era baja, porque prefería las tonalidades acordes con la poesía lírica y la música que lleva a la introspección y al sentimiento reflexivo. Aun cuando representó músicos de jazz, con trompeta y saxo, no utilizó tonos estridentes. La suya es una belleza fluida, lograda por medio de un meditado juego de luces y sombras que parece captar algo sólo visto por el artista, con semiluces vaporosas que establecen una situación paradojal. Parece estar frente a un hecho intemporal y por lo tanto eterno y, sin embargo, lo buscado era la plasmación del efímero instante.

Refinamiento, candor, delicadeza, fuerte dosis de sensualidad, certeza plástica y sólida elaboración artística, caracterizan su producción. Sus temas surgen de la realidad circundante: desde el arreglo floral hasta una propuesta lindante con la abstracción, en algunos casos con una síntesis constructivista, pasando por una reiteración casi futurista de vigorosos, elegantes e indómitos caballos, donde el protagonista es el movimiento y por los caserones nostálgicos y aristocráticos de la presente muestra, hasta múltiples figuras de músicos, niños y payasos, con un dibujo que aúna precisión y sensibilidad. En todos los casos, lo central siempre es una belleza donde se conjugan la plenitud vital con las laceraciones del tiempo y la sensual placidez de la naturaleza, con un cromatismo agrisado, atemperado por la evocación poética.

Sus escenas de turf constituyen un capítulo aparte. Al igual que por los señoriales caserones, tenía una fuerte afición por los caballos de carrera, donde resolvía, con recursos constructivos, una compleja ecuación de patas al galope, rompiendo impetuosamente el espacio. Los nobles potros no están forzados por el afán competitivo del jinete sino complacidos con el esfuerzo, subrayando así la belleza otorgada por la energía de los animales.

Cuando se trata de flores, predomina el color y los matices aterciopelados, evitando la cargazón del colorismo. Los humildes malvones, las frágiles azucenas, los turgentes gladiolos y los sutiles pétalos de las azaleas se reconocen como tales, pero intensificados por contraste o complementación de los tonos, destacando ese lujo natural -fugitivo pero siempre renovado- que su presencia constituye.